Un joven residente en Marbella con parálisis cerebral prepara el acceso a la universidad
Rebeca Tobelem. MÁLAGA. Adnane El Yaagoubi llegó al instituto Guadaiza de San Pedro de Alcántara hace casi cuatro años, cuando tenía 15. Una profesora empujaba su silla de ruedas cuando entró a clase por primera vez; lo presentó a sus nuevos compañeros y les advirtió que debían ayudarlo a desplazarse. “Como no conocía a nadie, nos ofrecimos voluntarios para llevarlo al recreo y ya hicimos buenas migas”, recuerda José Ángel, alumno entonces de 3º de ESO y que más tarde se convertiría en uno de sus mejores amigos. Lejos de su familia, con una parálisis cerebral que le mantiene inmovilizado el cien por cien de su cuerpo e, incluso, le pone trabas a la hora de hablar, Adnane lo tenía todo en contra. Para estudiar, para hacer amigos, para ser feliz... Y lo ha conseguido todo. El secreto: una voluntad de hierro con la que estudia durante horas tumbado boca abajo en la cama, con el cuello erguido y pasando las hojas con la barbilla, y unos amigos incondicionales.Adnane no puede escribir, pero es un fenómeno con las matemáticas, la física y la informática. Cuenta la profesora de educación especial, Ana Villalobos, que es el que se encarga de arreglar los ordenadores y los móviles. Y todo lo hace de cabeza. Tiene un expediente impecable, maneja cuatro idiomas y en más de una ocasión ha sido el alumno que más nota ha sacado en un examen. Pero él no se da importancia.“Yo voy diciendo a la persona que me ayuda si tiene que despejar la x de una fórmula o dividir”, explica sonriente desde unos ojos expresivos que hablan por sí solos. Adnane está radiante. Pese a todo.Pero su esfuerzo no serviría de nada si este adolescente de 18 años no hubiera hecho una piña con sus compañeros. Dos de ellos, José Ángel y Fernando, lo acompañan durante la entrevista que se hace a la hora del recreo, mientras se comen el bocadillo. La complicidad entre ellos, pese a las diferencias, es conmovedora.Durante la entrevista, los tres están muertos de risa y se atropellan unos a otros para contestar a las preguntas. “Yo estudio entre tres y cuatro horas diarias”, dice Adnane. “Estudiar, estudiar, a éste lo que le gusta es jugar a la play”, sonríe Fernando. “Está todo el día con su perro, que le tiene la silla comida”, se ríen en alusión al boxer que desde hace un año le hace compañía. El rap en español (los malagueños Triple X son sus favoritos, dice Fernando), el fútbol y, sobre todo, la play station son las aficiones de este grupo de amigos compacto que lo comparte todo con Adnane. Van a estudiar a su casa, él va a la de los demás, salen por ahí y no paran... Viéndolos se extingue la mala imagen que a veces se tiene de los adolescentes. Este grupo de amigos ha convertido la juventud de Adnane en una como otra cualquiera. Pero ellos no le ven el mérito y se ponen serios para decir que no hacen nada especial. Adnane podía haber hecho el Bachillerato en cuatro años, pero decidió ir al ritmo de los demás y ya no lo para nadie. Ahora, en segundo, se preparan a contrarreloj para la Selectividad. Ya han decidido que quieren estudiar en Granada. Todos, también Adnane. Aunque él tendrá más dificultades. Ya no puede incorporarse, ya ni le sirve el ordenador adaptado con el que apretaba el teclado con la cabeza. ¿Cómo va a desenvolverse en Granada? De momento, tiene una cita con el quirófano en Francia este verano y le han garantizado que mejorará en calidad de vida. A lo mejor puede recuperar sus manos, a lo mejor hasta sentarse en la silla, mejorar el habla... Con su voluntad, su buen humor y el tesón de todos los que le rodean, seguro que lo consigue. Hay que desearle suerte. Se la merece.
Rebeca Tobelem. MÁLAGA. Adnane El Yaagoubi llegó al instituto Guadaiza de San Pedro de Alcántara hace casi cuatro años, cuando tenía 15. Una profesora empujaba su silla de ruedas cuando entró a clase por primera vez; lo presentó a sus nuevos compañeros y les advirtió que debían ayudarlo a desplazarse. “Como no conocía a nadie, nos ofrecimos voluntarios para llevarlo al recreo y ya hicimos buenas migas”, recuerda José Ángel, alumno entonces de 3º de ESO y que más tarde se convertiría en uno de sus mejores amigos. Lejos de su familia, con una parálisis cerebral que le mantiene inmovilizado el cien por cien de su cuerpo e, incluso, le pone trabas a la hora de hablar, Adnane lo tenía todo en contra. Para estudiar, para hacer amigos, para ser feliz... Y lo ha conseguido todo. El secreto: una voluntad de hierro con la que estudia durante horas tumbado boca abajo en la cama, con el cuello erguido y pasando las hojas con la barbilla, y unos amigos incondicionales.Adnane no puede escribir, pero es un fenómeno con las matemáticas, la física y la informática. Cuenta la profesora de educación especial, Ana Villalobos, que es el que se encarga de arreglar los ordenadores y los móviles. Y todo lo hace de cabeza. Tiene un expediente impecable, maneja cuatro idiomas y en más de una ocasión ha sido el alumno que más nota ha sacado en un examen. Pero él no se da importancia.“Yo voy diciendo a la persona que me ayuda si tiene que despejar la x de una fórmula o dividir”, explica sonriente desde unos ojos expresivos que hablan por sí solos. Adnane está radiante. Pese a todo.Pero su esfuerzo no serviría de nada si este adolescente de 18 años no hubiera hecho una piña con sus compañeros. Dos de ellos, José Ángel y Fernando, lo acompañan durante la entrevista que se hace a la hora del recreo, mientras se comen el bocadillo. La complicidad entre ellos, pese a las diferencias, es conmovedora.Durante la entrevista, los tres están muertos de risa y se atropellan unos a otros para contestar a las preguntas. “Yo estudio entre tres y cuatro horas diarias”, dice Adnane. “Estudiar, estudiar, a éste lo que le gusta es jugar a la play”, sonríe Fernando. “Está todo el día con su perro, que le tiene la silla comida”, se ríen en alusión al boxer que desde hace un año le hace compañía. El rap en español (los malagueños Triple X son sus favoritos, dice Fernando), el fútbol y, sobre todo, la play station son las aficiones de este grupo de amigos compacto que lo comparte todo con Adnane. Van a estudiar a su casa, él va a la de los demás, salen por ahí y no paran... Viéndolos se extingue la mala imagen que a veces se tiene de los adolescentes. Este grupo de amigos ha convertido la juventud de Adnane en una como otra cualquiera. Pero ellos no le ven el mérito y se ponen serios para decir que no hacen nada especial. Adnane podía haber hecho el Bachillerato en cuatro años, pero decidió ir al ritmo de los demás y ya no lo para nadie. Ahora, en segundo, se preparan a contrarreloj para la Selectividad. Ya han decidido que quieren estudiar en Granada. Todos, también Adnane. Aunque él tendrá más dificultades. Ya no puede incorporarse, ya ni le sirve el ordenador adaptado con el que apretaba el teclado con la cabeza. ¿Cómo va a desenvolverse en Granada? De momento, tiene una cita con el quirófano en Francia este verano y le han garantizado que mejorará en calidad de vida. A lo mejor puede recuperar sus manos, a lo mejor hasta sentarse en la silla, mejorar el habla... Con su voluntad, su buen humor y el tesón de todos los que le rodean, seguro que lo consigue. Hay que desearle suerte. Se la merece.
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